dilluns, 14 de novembre del 2016

12 de octubre ¿Fiesta Nacional?

12 de octubre de 1492, Cristóbal Colón llega (sin saberlo) al continente que hoy conocemos como América, marcando el nacimiento de uno de los imperios más bastos que la Humanidad ha visto, el Imperio Español, que en su momento de mayor expansión en América (era el primer Imperio presente en todo el mundo) abarcaba desde California y la Luisiana incluyendo Florida hasta el extremo más meridional del continente americano (Argentina y Chile). Así pues, se inicia un periodo de la historia en que la Monarquía Hispánica, con Castilla a la cabeza, y posteriormente en el 1715 el Reino de España, regiría durante más de 300 años los asuntos del mundo como potencia hegemónica hasta el proceso de Independencia de América Latina en las primeras dos décadas del siglo XIX y la definitiva expulsión de España del continente tras la Guerra hispano-estadounidense de 1898.


Así murió definitivamente España como potencia mundial, pero ¿cuál fue su legado? ¿fue un genocidio y saqueo masivo o fue la creación de una nueva civilización en el continente americano? Esta cuestión divide todavía políticos e historiadores de ambos lados del océano atlántico entre indigenistas (defensores de la tesis del genocidio y el expolio) e hispanistas (defensores de la civilización hispánica). Si bien, ambas posturas tienen razón en muchos aspectos, ambas están increíblemente manipuladas, bien primero por los movimientos revolucionarios latinoamericanos (tanto liberales como marxistas) y la historiografía anglosajona (Gran Bretaña, Estados Unidos…) y segundo por sectores más reducidos al ámbito académico y a ciertos sectores de la derecha en España y Latinoamérica.

Mi intención con este artículo es intentar arrojar un poco de luz sobre este asunto que a día de hoy divide al mundo hispánico a niveles que sobrepasan la xenofobia entre los diferentes miembros de la comunidad hispánica y poder dar así un nuevo enfoque a los queridos lectores de esta revista, a la cuál tanta estima tengo, y además dar mi opinión sobre el día que más saca a pasear esta penosa situación, nuestra Fiesta Nacional, el día de la Hispanidad.

Empezaré primero con la tesis indigenista convirtiendo en pregunta a la proclama que denuncia el acto del “Descubrimiento de América”. ¿Fue América invadida y saqueada? ¿Llevaron a cabo los conquistadores españoles un genocidio contra los pueblos precolombinos? Definitivamente NO y a continuación voy a explicar por qué.

El primer error de la tesis indigenista es un error claro de base al juzgar hechos de una mentalidad medieval con una mentalidad liberal-burguesa en los conceptos de “pueblo” y de “nación”. Analicemos la frase de abajo a la derecha de la imagen ¿resistencia indígena? ¿A caso Cortés y los conquistadores, que no llegaban a los 500 hombres, derrotaron solos a un imperio de millones de personas? No amigos, fueron muchos los indígenas que se unieron a Cortés, no por miedo sino porque lo veían como un libertador del yugo de los aztecas, que exigían a estos importantes tributos. Si bien es cierto que hay episodios de extremada violencia, como el gobierno de Colón y sus hermanos de la isla de la Española (Haití) o algunos episodios de las conquistas de México y el Imperio Inca, estos fueron denunciados por numerosos religiosos que habían viajado a las Indias con misión evangelizadora y ya en tiempos de Isabel la Católica se decretó que todos los indios eran vasallos de la Corona de Castilla, pues tras un importante debate teológico se determinó que los indios tenían alma y por tanto, que eran personas. Si bien las leyes de protección de los indios se llevaron a cabo con bastante flexibilidad, no se puede hablar de una represión sistemática contra los indígenas, pues seguían siendo un recurso preciado como mano de obra, al menos hasta que la Corona de Castilla se hizo con el control total del territorio conquistado con la instauración de los virreinatos, la creación del Consejo de las Indias, la abolición de la encomiendas (modelo colonial que organizaba el territorio en los primeros momentos de la conquista) y la nueva organización colonial quedando como única autoridad las instituciones de la Corona. ¿Hubo un genocidio de los pueblos precolombinos por parte de los españoles? Si bien en el siglo XVI el continente americano fue el único que sufrió una drástica pérdida de población frente al crecimiento de los demás continentes no se puede hablar de genocidio por
varias razones. Primero, por la modernidad del concepto de “Genocidio” que significa el asesinato planificado y sistemático de un grupo étnico, político, religioso o racial, algo en que los españoles no tenían ningún interés porque era una pérdida terrible de mano de obra que en nada les favorecía. Los indígenas, al no estar preparados para las enfermedades que los europeos trajeron consigo cayeron como moscas y los europeos, que por esa época no tenían conocimientos tan avanzados en medicina poco pudieron hacer ante la mortalidad que se extendía sobre los indígenas. Llegamos al último punto de la tesis indigenista, el saqueo, y para esto hay que dejar clara una cosa, y es que para los indígenas precolombinos el oro y la plata no tenían ningún valor. Así es, abundaba de tal forma que solo tenía in valor ornamental y se usaba como ofrenda a los dioses, pero no era un mecanismo de intercambio de valor como se consideraba en Europa, solo fue más adelante con la creación de una clase criolla y la penetración de los valores liberales que este hecho comenzó a sentirse como una afrenta de los españoles, una afrenta basada en una verdad a medias, y es que en los primeros momentos de la conquista solo el 15% de los metales preciosos viajaba a España, era el Quinto Real, la parte del botín que correspondía al rey. Más adelante con el control de la Corona sobre el territorio la cifra y los metales fueron variando, pero quedando siempre la mayoría de ellos en los virreinatos americanos, pues gestionar un territorio tan basto era caro, y los españoles fundaron ciudades, crearon infraestructuras y construyeron iglesias y universidades en toda América Latina. Tal llegó a ser la integración de los territorios americanos que la Constitución de la Pepa de 1812 reconoció a los españoles americanos, los criollos, como ciudadanos de pleno derecho, todo y que en la práctica continuaba habiendo diferencias con los españoles peninsulares que solían ocupar los puestos más altos en la administración y el ejército. Este reconocimiento llegó tarde, pues en la redacción de la Pepa gran parte de América Latina estaba en pie de guerra por su independencia, con ayuda de Gran Bretaña, como no podía ser de otra forma.

Por otro lado, la tesis hispanista defiende una postura mucho más eurocentrista respecto a la conquista y la estructuración del Imperio Español. Si bien esta postura está más vinculado al aspecto universitario y de investigación también ha estado usado frecuentemente con por el nacionalismo español de derechas en toda su frecuencia e intensidad, es decir, por grupos tanto de derecha moderada como por la extrema derecha. Hay una diferencia entre estos dos ámbitos que defienden la tesis hispanista. En el ámbito político se ensalza la misión civilizadora de España en el continente americano en su progreso hacia la modernidad, España dio su idioma, una religión y el progreso a los nativos americanos en diferencia a los imperios coloniales de Gran Bretaña, Francia o las Provincias Unidas (Holanda) que, enemistados con la Monarquía Hispánica  por la constante confrontación fueron los hacedores de la mala imagen de España en el “Descubrimiento de América” y que todavía hoy llega a nuestros días con la famosa Leyenda Negra Española. No hay duda de la importante labor de la Monarquía Hispánica en América ni de su fundamental labor por el desarrollo y evolución del continente, sin embargo, esta visión, como todo en la política, es una visión interesada y por tanto, manipulada. Es aquí donde entra la visión académica de la conquista de América y la construcción de la Hispanidad. Lo primero de todo es que los europeos no “llevaron la civilización” al Nuevo Mundo, ya existían civilizaciones y culturas importantísimas en América. Sin bien en la zona norte y caribeña las sociedades indígenas formaban una organización tribal y en muchos casos nómada, en Centroamérica y Sudamérica los conquistadores encontraron grandísimas civilizaciones con lengua, religión y estados poderosísimos como el Imperio Azteca en Mesoamérica, las ciudades mayas en el Yucatán o el Imperio Inca en la cordillera de los Andes. En sus cartas al emperador Carlos I, Cortés describe la ciudad de Tenochtitlan, capital del Imperio Azteca, que compite en tamaño y suntuosidad con Roma o Constantinopla, o la increíble red de carreteras que conectaban el Imperio Inca y que Francisco Pizarro tan bien supo aprovechar en su campaña de conquista andina. Y lo más importante de este asunto, que es fundamental para entender el pasado de España, y es que España, tal y como nosotros la concebimos y conocemos, no “descubrió” ni conquistó en continente americano, fue la Corona de Castilla con Isabel I y sus sucesores a la cabeza (Carlos I, Felipe II…). Me explico, los Reyes Católicos, Don Fernando II de Aragón y Doña Isabel I de Castilla, no crearon el Reino de España con su unión dinástica, fue una unión política entre las Coronas de Castilla y Aragón, no una unión jurídica, y si bien ambas coronas colaboraron en la política exterior mantuvieron una gran independencia la una de la otra. La conquista americana fue una empresa puramente de la Corona de Castilla y la Corona de Aragón quedó privada de acceder al Nuevo Mundo, por eso en la mayor parte del Nuevo Mundo se habla castellano y no catalán o aragonés, pues la emigración y el comercio estuvo vedado a aragoneses, catalanes, valencianos y baleares hasta la creación del Reino de España en 1715. El ideal liberal del Estado-Nación (Una Nación, un Estado, un Pueblo, una Lengua) y la
tendencia de la derecha española al unitarismo han contribuido a la distorsión de las consecuencias del reinado de sus Católicas Majestades, que no fue la Monarquía Unitaria del Reino de España (de los Borbones) sino la Monarquía Compuesta (diversos reinos y territorios con mismo soberano) de la Monarquía Hispánica (Trastámara/Habsburgos).

Aclarado este punto fundamental, paso a contestar la cuestión principal del artículo sobre la idoneidad del 12 de octubre como nuestra principal Fiesta Nacional. Obviamente esto es completamente mi opinión personal y no pretendo imponer mi pensamiento, sino dar que pensar y abrir debate. ¿Debe ser 12 de octubre nuestra Fiesta Nacional? Pienso que no, creo en que sería muy beneficioso estrechar lazos con todos los países pertenecientes a la Hispanidad a nivel global porque es mucho lo que nos une y lo que compartimos, siempre en una relación de respeto mutua entre iguales sin jerarquías entre los países, sin embargo, pienso que el Día de la Hispanidad como Fiesta Nacional es un error, pues no fue una empresa de todos los reinos españoles y por siglos se excluyó a estos de esta titánica campaña, no por odio o recelo sino por pura mentalidad medieval y porque la Corona de Aragón tenía puestos sus intereses en el Mediterráneo y en los territorios italianos donde tenía constantes enfrentamientos con Francia desde el XIII, es por este motivo que el Imperio Español no fue reflejo de la pluralidad de España con colonos castellanos, extremeños, andaluces, catalanes o valencianos, el Imperio Español fue un imperio exclusivamente castellano hasta que acabó la Guerra de Sucesión Española y la España castellana derrotó a las demás, siendo lo español lo castellano. Más allá de las explicaciones históricas, actualmente creo que es un problema de mentalidad de nosotros mismos, en Occidente y en otros países se celebra la revolución o la liberación de la patria, Francia celebra la Toma de la Bastilla (14 de julio 1789), Estados Unidos celebra su Declaración de Independencia (4 de julio de 1776 ) y Rusia celebra su victoria final sobre la Alemania Nazi (9 de Mayo de 1945), mientras que España celebra el inicio de la conquista, la subyugación de los pueblos y la consolidación de un Estado moderno de carácter autoritario que trataría de avanzar hacia el Absolutismo, esto en el mismo momento de la conquista es algo muy beneficioso para España, pero carece de sentido en un país del siglo XXI donde supuestamente la Revolución Liberal que derruía las estructuras de la Europa más Absolutista triunfó, y  esto es algo que desvela nuestra poca tradición democrática, tanto como individuos como de país. Frente al 12 de octubre hay un hecho más relevante a lo que es, o pudo haber sido, España. El 19 de marzo de 1812, día de San José, con casi la totalidad de España invadida por el Imperio Napoleónico, Las Cortes de Cádiz redactan la Constitución Liberal de 1812, conocida también como “La Pepa”. Estas Cortes estaban formadas por los representantes de todas las Juntas de Gobierno que se habían formado en España tras la abdicación forzosa de los reyes Carlos IV y Fernando VII en Bayona para hacer frente a los franceses y sus miembros, tanto partidarios del absolutismo como del liberalismo redactaron una de las constituciones más progresistas de la Historia que serviría de ejemplo a todas las oleadas revolucionarias que sacudirían Europa en la primera mitad del siglo XIX transformando el continente para siempre. Pese a que esta Constitución fue traicionada por el propio rey Fernando VII en cuanto tuvo ocasión, fue la primera constitución que convirtió a los españoles, tanto peninsulares como americanos, de vasallos en ciudadanos de pleno derecho e iguales ante la ley (teóricamente) en el marco de una Monarquía Parlamentaria que nunca llegó a materializarse por la resistencia de los Borbones a perder el poder. La Revolución Liberal junto con su Constitución fracasó, fue la oportunidad perdida que ha convertido a España en parte de lo que hoy es, un vano intento de ponerse a la altura de sus vecinos europeos, pero uno de los intentos más grandes que ha hecho este país que, aunque fallido, cambió España y Europa y dio el golpe final Absolutismo, por eso creo que el 19 de marzo debería ser nuestra Fiesta Nacional, enorgullecerse de la democracia y de la libertad de los pueblos y no de lo contrario.


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