dimecres, 30 de novembre del 2016

Las Guerras Médicas y el enfrentamiento entre Oriente y Occidente



Griegos y persas, cristianos y musulmanes, capitalistas y comunistas, el enfrentamiento entre Oriente y Occidente va más allá de la religión, la ideología y el sistema de gobierno, una situación que ha construido y determinado la imagen de estas dos partes del mundo eternamente enfrentadas y que tanto se ha deformado a causa de la propaganda a lo largo de todos estos siglos de enfrentamiento y hostilidad. Esta imagen, aunque elaborada a través de los siglos, comienza a construirse en torno al primer choque a gran altura entre Oriente y Occidente en las Guerras Médicas (490-478 a.C.) de los siglo V a.C. Se ha producido mucha historiografía sobre este momento histórico tanto del mundo académico como del mundo de la cultura como recientemente se ha visto con las películas (“300” y “300: El Origen de un Imperio”) y los cómics que han ayudado a difundir esta idea a través de la cultura pop. En esta imagen se representa a Grecia y Persia como dos bloques opuestos, como el blanco y el negro o el agua y el aceite. Por un lado, Grecia representa la libertad individual de los hombres, la democracia, la razón y el pensamiento crítico, por otro lado, Persia es la tiranía, el despotismo oriental, la esclavitud, la superstición y el misticismo.  Esto es fruto de la maquinaria propagandística a lo largo de los siglos y de esta confrontación crónica, pero, como toda propaganda se trata de una imagen distorsionada de la realidad por lo que intentaré explicar en un espacio breve la complejidad de estos dos cosmos enfrentados en la Antigüedad y su repercusión en la historia posterior.

Los persas eran un pueblo asentado en el sur de la meseta irania integrados dentro del Reino de los Medos, que se extendía desde la frontera con el Imperio Neo-babilónico en el occidente y los territorios orientales de la actual Pakistán en Oriente. La familia Real meda estaba emparentada con una importante familia persa, los Aqueménidas. Un príncipe persa de esta familia, llamado Ciro, reclamó su derecho al trono y se hizo con el control de los territorios del Reino de Media en poco tiempo e incorporando también Asia Menor, Siria, Armenia y Mesopotamia en el siglo VI a.C.
Cronología y expansión del Imperio Persa
Sus sucesores más próximos continuarían la política de expansión con las conquistas de Egipto, el Levante y parte de Tracia (Bulgaria) convirtiendo al Imperio Persa en el imperio más grande del momento, pero, ¿eran bárbaros intolerantes? ¿Tiranos? ¿Déspotas? Mayormente no, esta es una imagen negativa que se ha creado a lo largo de los siglos como una especie de determinismo geográfico. El Imperio Persa, como todos los imperios orientales que los habían precedido, tenía una vocación universalista basada en el control de las rutas comerciales. El Imperio Persa era un imperio multinacional organizado territorial y administrativamente en “satrapías”, un territorio dirigido por un sátrapa que prácticamente gobernaba como un rey independiente con la única obligación de pagar un tributo anual y de aportar un número determinado de tropas cuando era necesario, por esta organización el rey de los persas recibe el título de “Rey de Reyes” porque es el único que está por encima de los sátrapas del imperio, que ejercían como reyes en su propio territorio. El Imperio Persa además era un imperio politeísta, los persas tenían su propia religión, el zoroastrismo, que todavía pervive en ciertas zonas de Irán, pero las religiones de los demás territorios del Imperio eran normalmente respetadas. Los primeros imperios orientales se formaron con el objetivo de controlar las rutas comerciales, los persas sabiendo de la importancia de un buen sistema de comunicaciones construyeron el Camino Real que conectaba la ciudad de Éfeso, en la costa asiática del Egeo, con Susa, la capital del Imperio. Esta carretera permitía una rápida comunicación entre las diferentes partes del Imperio lo que provocaba una rápida actuación en caso de peligro, pues los persas formaron alrededor de esta infraestructura una eficaz red de correos formada por mensajeros reales que se encargaban de llevar las noticias y las órdenes a cada lugar del Imperio Persa. La gran organización el Imperio Persa lo convirtió en la potencia hegemónica indiscutible del momento, sin embargo su mayor virtud era su mayor debilidad, la gran autonomía de la que gozaban los sátrapas en sus territorios daba lugar a algunas intentonas independentistas como pasó con la satrapía de Egipto, que llegó a independizarse temporalmente del Imperio hasta que volvió a ser conquistada unos años después cuando las disputas dinásticas del imperio hubieron terminado. Por otro lado, el sistema de reclutamiento persa permitía la formación de ejércitos de tamaños gigantescos que llegaban a sobrepasar los 200.000 efectivos, sin embargo, la mayoría de estos soldados eran campesinos forzados a la leva que no tenían un adiestramiento ni un equipo militar decente a excepción de la Guardia Real, los Inmortales, que formaban el único cuerpo profesional del ejército. Los ejércitos persas se basaban en la combinación de los arqueros y la caballería, este sistema resultó ser tremendamente efectivo al combatir en Oriente Próximo y Medio, donde los ejércitos estaban compuestos por infantería y caballería ligera muy vulnerables contra los arqueros y la caballería pesada persa pero en las Guerras Médicas este sistema de combate resultó ineficaz contra las apretadas formaciones de la infantería pesada griega, por este motivo se decía que el Imperio Persa era un gigante con pies de barro, cosa que más adelante les saldría muy caro con terribles consecuencias.

Por su parte, el mundo helénico se presenta como un cosmos tremendamente complejo empezando por la idea de Grecia. Como tal, Grecia como concepto geográfico no existe ni hay una conciencia “nacional” de los griegos de pertenecer a una misma nación, para un ateniense es igual de extranjero un persa que un espartano o un tebano, aunque sí que se hace la distinción entre ser griego o bárbaro. Ser griego no significa haber nacido en Grecia, ya se ha dicho que Grecia como elemento territorial no existe, sino que ser griego significa llevar una vida al estilo griego ¿Qué se requiere para ser griego? Lo primero e indispensable para ser griego es hablar griego, honrar a los dioses al modo que hacen los griegos construyendo templos y haciendo ofrendas, o beber el vino aguado, entre otros. Este estilo de vida era lo que hacía a un hombre “griego” y Grecia estaba en cualquier lugar donde hubiese una comunidad que vivía según el estilo de los griegos, así pues, Grecia estaba en el Egeo, estaba en el Mar Negro, en el sur de la Galia, en Hispania, en Libia o en el sur de Italia y Sicilia. Los griegos formaban un cosmos propio al espacio Mediterráneo, no ajeno al mundo exterior, pero un mundo griego dentro de un mundo más grande de griegos y bárbaros. La organización de cada polis es radicalmente distinta la una de la otra, cada una con un régimen y unas leyes completamente diferentes, aunque los dos referentes claros de regímenes griegos de la polis son los de Atenas y Esparta.

La polis de Atenas, ubicada en la península del Ática, es un pequeño resumen de la historia de los regímenes griegos de la Antigüedad, pues Atenas ha pasado por todos los regímenes posibles, en época arcaica nació como una monarquía como el resto de polis, mutó después en una oligarquía, después en tiranía y finalmente en la famosa democracia ateniense, régimen por el que se reconoce a la polis de Atenas pese a que no fue un periodo relativamente largo pero si más representativo por su influencia posterior en Occidente y por converger en el momento de mayor apogeo de Atenas hasta el fin de la Guerra del Peloponeso (441-404 a.C) en que la democracia radical ateniense es derrocada por los espartanos y sustituida por el gobierno de los Treinta Tiranos, que sería nuevamente derrocado por los partidarios de la democracia aunque sin volver a la democracia radical de la Época Clásica de Pericles y quedando en un segundo plano por la nueva potencia emergente del Reino de Macedonia al norte. Por su lado, la polis de Lacedemonia, ubicada en el sur de la península del Peloponeso y con capital en Esparta, presenta una evolución muy moderada bajo un régimen de oligarquía pero manteniendo numerosas instituciones de la época arcaica, como la monarquía que era de carácter dual, es decir, había dos reyes, pero se trata de un concepto de “rey” diferente al que nosotros podamos tener, la monarquía es una magistratura más del Estado espartano, no se trata del máximo soberano de la polis, sino que sus funciones son meramente militares y religiosas en época clásica, funciones que con el paso del tiempo se le fueron quitando en favor de otras magistraturas con mayor importancia como en el caso de Lacedemonia la magistratura de los éforos, los encargados de velar por el cumplimiento de la legislación de Licurgo, la ley sagrada que rige Esparta. Este carácter arcaico y cerrado del régimen espartano fluye con su concepción de ciudadanía y su brutal sistema educativo que pretendía formar a sus ciudadanos, condición que no se alcanzaba hasta cumplir los 30 años, en el campo de la política y la guerra, las únicas labores que, según el prisma espartano, eran las únicas actividades que un ciudadano, por dignidad humana, podía ejercer, el servicio a la polis como político y como guerrero, factor que estructura la sociedad lacedemonia en tres niveles sociales: los homoioi, ciudadanos lacedemonios que viven en la ciudad de Esparta y forman el grupo político y militar, los periecos, personas no ciudadanas que viven en otras ciudades o aldeas de la polis que hacen la función artesanal y por último, los ilotas, la población sometida de Mesenia (región vecina de Esparta) en un brutal sistema de esclavitud que ralla el genocidio, que tenían como función el trabajo de los campos de los ciudadanos espartanos. Atenas y Esparta representan los dos regímenes griegos más opuestos de la época,
Hoplitas griegos del período helenístico
mientras Atenas representa el sistema democrático y el individualismo, Esparta representa el sistema oligárquico donde prima más la colectividad que la individualidad en todos sus niveles. Esta diferencia se ve también en el campo militar, que en época clásica es un reflejo de la sociedad de cada polis, mientras que la falange hoplítica ateniense muestra un equipamiento y una simbología muy heterogénea la falange espartana es uniforme en todos los aspectos.

Pese al antagonismo que las polis griegas, eternamente divididas por la constante rivalidad unas con otras, en momentos de gran peligro y necesidad se formaban ligas para hacer frente a un enemigo común, aunque estas no solían comprender a todas las polis de la Hélade, el ejemplo más claro de esto es la Liga Helénica formada para contrarrestar la segunda expedición persa sobre la Grecia continental, es decir, la Segunda Guerra Médica. No fueron pocas la polis que aceptaron el dominio persa sobre Grecia, el reino de Macedonia, las polis de la región de Tesalia (norte de la Grecia continental) o incluso la ciudad de Tebas se mantuvieron neutrales o permitieron el paso del enorme ejército persa, algunos como el reino de Macedonia llegaron a establecer una relación de vasallaje con el Imperio Persa, pagando tributo y haciendo una aportación militar al esfuerzo de guerra persa con pertrechos y soldados, aunque el rey de Macedonia del momento, Alejandro I, llevó a cabo una acción a dos bandas entre ambos bandos beligerantes que hace dudar sobre el papel de Macedonia en el conflicto. Solo el sur de Grecia mostró una oposición a la dominación persa, Atenas porque era el objetivo del rey Jerjes por la derrota que habían infligido a su parte en Maratón (490 a.C.) años antes y Esparta porque con la caída de Atenas veía peligrar su preciada independencia.

Se formó una coalición griega para desbaratar la amenaza bárbara, Esparta llevaría el mando terrestre mientras que Atenas tomaría la iniciativa en el mar. La estrategia espartana consistía en replegarse al Peloponeso y plantar cara en el istmo de Corintio, una estrecha superficie terrestre que conectaba el Peloponeso con el Ática y Beocia pero había que evacuar previamente dichos territorios por lo que se trazó una primera línea de defensa terrestre y marítima para ganar tiempo. Esparta, junto con otras polis griegas montaría una pequeña defensa formaba por unos 7.000 hoplitas (300 espartanos) en el paso de las Termópilas, un paso estratégico que conectaba la Grecia central y del sur (Beocia, Ática, Peloponeso…)  con la Grecia del norte (Macedonia, Tesalia…), mientras que Atenas bloquearía el estrecho marino entre la costa de las Termópilas y la isla de Eubea. La estrategia dio resultado pese a la derrota aliada en las Termópilas (480 a.C.), Atenas pudo ser evacuada al igual que el resto de la zona, la ciudad fue saqueada pero la pronta victoria naval ateniense en Salamina (480 a.C) dio un vuelco a la guerra forzando a Jerjes a retirarse a Asia y con parte de sus tropas dejando las más preparadas a las órdenes del mercenario griego Mardonio que, después de retirarse a Tesalia para pasar el invierno, fue derrotado en la batalla de Platea (479 a.C.) por el ejército aliado liderado por Esparta. Se acababa así el intento de Persia por incorporar Grecia al imperio, al menos directamente, ya que la Grecia continental continuaría sufriendo las intervenciones del Imperio.

Desaparecida la amenaza persa en el territorio continental, Esparta y sus aliados abandonaron la Liga Helénica, lo que pudo haber sido el primer intento de una Grecia políticamente unida se acabó por las rivalidades y el recelo a su independencia de las diversas polis que la componían, por su lado, Atenas apostó por continuar la guerra para expulsar a los persas de la costa de Asia Menor, una zona de cultura griega y que había sido el motivo del conflicto de las Guerras Médicas, formó la Liga de Delfos para construir una poderosa flota de guerra para expulsar a los persas del Egeo. La Liga cumplió su objetivo y los persas se retiraron de la costa del mar Egeo, esto debería suponer el fin de la Liga de Delfos que había cumplido su objetivo, sin embargo, Atenas, que era la potencia hegemónica de la Liga, sometió a sus aliados reduciéndolos a un estado de dependencia convirtiendo la Liga en un Imperio Ateniense que amenazaba el equilibrio de poderes que se había establecido en la Grecia continental entre Esparta y Atenas.
Mapa político del Egeo al inicio de la Guerra del Peloponeso
Cuando Atenas atacó la colonia corintia de Potidea, Corintio pidió ayuda a Esparta, que consciente de la amenaza que suponía Atenas para su independencia y el equilibrio de poder reorganizó la Liga del Peloponeso y declaró la guerra a Atenas. Comenzó así la Guerra del Peloponeso (441-404 a.C.) que enfrentaría a las dos principales potencias de la Hélade, Atenas y Esparta, por la hegemonía total en Grecia. Mientras los griegos luchaban entre ellos, el Imperio Persa miraba expectante apoyando a uno u otro bando con el fin de alargar la guerra al máximo y debilitar a los desunidos griegos. Treinta años duró la guerra que acabó con la derrota de Atenas y la abolición de la democracia radical, convirtiendo a Esparta en la potencia hegemónica de Grecia que en los años siguientes llevaría a cabo una política intervencionista en las demás polis para derrocar todo régimen político que no fuera una oligarquía, lo que llevó a no pocas guerras entre griegos como la Guerra de Corintio (395-387 a.C) contra la hegemonía espartana, todo financiado por el oro persa, por supuesto.  Persia, al ver que no era viable un intervención directa para dominar a los griegos con sus numerosos ejércitos prefirió ejercer una influencia económica en cada guerra que se librase entre los griegos, situación que aprovechó para recuperar el control de la coste asiática del Egeo, las constantes guerras en Grecia debilitaron la economía y el campo, los campesinos, al no verse a salvo decidieron abandonar el campo y trabajar como mercenarios a sueldo para poder sobrevivir, esto produjo un gran movimiento de población en la superpoblada Grecia continental, el constante estado de guerra de las polis hizo imposible que sus hoplitas, todos ciudadanos,  pudiesen ejercer sus actividades civiles y económicas, por lo que la falange de ciudadanos entró en crisis en favor de la contratación de los mercenarios para formar los ejércitos de nuevos combatientes, lo que permitió a sus ciudadanos volver a sus actividades civiles pero que aumentó sustancialmente el coste de la guerra al mismo tiempo que la situación en el campo empeoraba. La polis había entrado así en un momento de decadencia que los persas se encargaron de fomentar hasta crear un régimen de clientelismo y dependencia económica para hacer frente a las necesidades militares. Cuando Esparta fue derrotada en la batalla de Leuctra (371 a.C) la hegemonía pasó a manos de los tebanos, que continuaron la línea de acción que los persas habían marcado en la política exterior de las polis griegas, pero lo que ni los persas ni los griegos habían previsto era el alzamiento de una nueva potencia que iba a cambiarlo todo para siempre, el Reino de Macedonia.
En la época clásica, Macedonia se había mostrado como un reino irrelevante del norte entre el helenismo y barbarie, completamente dividido por disputas internas y guerras fronterizas con tribus ilirias y tracias no había podido construir un estado sólido y fuerte capaz de imponerse sobre sus enemigos… hasta que llegó Filipo.
Reconstrucción de la imagen de Filipo II de Macedonia
Hijo menor de la dinastía de los Argeadas de Macedonia, fue mandado a Tebas como rehén como resultado de una intervención tebana en el Reino de Macedonia, allí aprendió de las últimas innovaciones de la guerra de los mejores generales del momento como Epaminondas, vencedor de los espartanos en Leuctra. A la muerte de su hermano a manos de los ilirios en batalla, Filipo ascendió al trono y llevó a cabo importantes reformas del Estado, se hizo con el control de las minas de plata de Tracia y creó un poderoso ejército profesional que combatía en una falange más ligera que la griega y una lanza, la sarissa, el doble de larga que la lanza hoplita común. Con un duro entrenamiento y una fuerte disciplina formó un ejército lo suficientemente eficaz como para imponerse a ilirios y tracios.
Falange macedónica diseñada por Filipo II.
Asegurado y fortalecido el Reino de Macedonia se lanzó a la conquista de Grecia en una mezcla de habilidad bélica y diplomática derrotando definitivamente a tebanos y atenienses en la batalla de Queronea (338 a.C.). Con Grecia y Macedonia unidas bajo una misma bandera puso su mirada en el enemigo histórico, Persia. Hizo planes, reunió tropas, pertrechos y dinero pero la muerte le sorprendió cuando un miembro de su guardia personal lo asesinó en el 336 a.C., quién movió la mano de su asesino continúa siendo un misterio, quizá Persia que, temerosa de una Grecia unida y fuerte bajo un mando competente veía una seria amenaza en el rey macedonio, quizá una confabulación de los griegos que, considerando a los macedonios como bárbaros, no estaban dispuestos a aceptar su dominio sobre Grecia o puede que una de sus esposas, Olimpia de Epiro, madre de Alejandro, que veía peligrar el derecho al trono de su hijo en favor de otros hijos legítimos de Filipo, fuese quién fuese el responsable de la muerte de Filipo II fue algo muy conveniente para Alejandro pues inmediatamente fue proclamado rey con tan solo 20 años como Alejandro III de Macedonia. Nadie esperaba demasiado de él, todo el mundo pensó que, una vez muerto Filipo, el poder de Macedonia se disolvería con él, fueron muchos los que se rebelaron contra Macedonia, las tribus bárbaras del norte se rebelaron y después lo hicieron Atenas y Tebas. Todos subestimaron al niño rey y lo pagaron caro. Alejandro no solo había heredado de su padre un estado y ejército fuertes, sino que además era una fuerza de la naturaleza, había sido educado nada más y nada menos que por Aristóteles, que le enseñó en los campos del saber. En la guerra su propio padre fue su ejemplo, siendo soldado a los 16 y general a los 18 con bastante acierto. Su madre Olimpia, por su parte, le dio a su hijo las ideas de grandeza, se comentaba que Olimpia estaba en contacto con los dioses y que hablaba con ellos a través de las serpientes, decía que Zeus era el padre de Alejandro y no Filipo, y a eso hay que añadir el pensamiento de que los Argeadas de Macedonia descienden del mismísimo Heracles y la familia materna de los Molosios de Epiro lo hacían de Aquiles, personajes a los que Alejandro admiraba profundamente. Resultado de todo esto es un hombre adelantado a su tiempo, una vez hubo sofocado las revueltas en sus territorios europeos invadió el Imperio Persa derrotándolo estrepitosamente en cada batalla y siendo ampliamente superado en número en todas ellas. En 11 años Alejandro se convirtió en el amo del mundo habiendo creado un imperio que se extendía desde Grecia hasta la India, era el Imperio Alejandrino, de corta duración, pues murió con él (323 a.C.), pero de vital importancia para la historia de Occidente y es que como ya se ha dicho Alejandro era un hombre adelantado a su tiempo.
Expedición de Alejandro Magno y su imperio
A diferencia de sus antecesores griegos y soldados macedonios, Alejandro no tenía como objetivo humillar a los persas, sentía un profundo respeto por su mundo y sus costumbres. Alejandro no destruyó el Imperio Persa, sino que se proclamó sucesor del Rey de Reyes, Darío III. Alejandro siguió la tendencia universalista de los imperios orientales, lejos de crear una élite macedónica que gobernara sobre la enorme extensión de pueblos asiáticos, respetó a las jerarquías locales e intentó fomentar la integración de los pueblos a través de matrimonios entre macedonios y asiáticas, el mismo se casó con varias princesas orientales para incentivar la unión entre los pueblos y hacer ver a los asiáticos que los macedonios y griegos, como conquistadores no eran sus superiores, sino sus iguales. Obviamente, esto es algo que sus oficiales y soldados macedonios, después de once años de batallas por toda Asia no estaban dispuestos a aceptar, querían botín y riquezas por la sangre derramada y no estaban dispuestos a compartirla con aquellos a los que tan duramente habían combatido desde Asia Menor hasta Pakistán. El sueño de Alejandro de crear un mundo unido sin enemistades entre razas y pueblos fracasó, pero no murió con él, una nueva cultura surgió de esta unión alejandrina de la Grecia Clásica y la cultura Oriental, el Helenismo. Esta nueva cultura le sobrevivió a él a través de sus sucesores, los Reinos Helenísticos y de ellos pasó a Roma a través de las familias más importantes de la República como los Escipiones y más adelante con el emperador Augusto y sus sucesores. Si bien la parte Occidental del Imperio Romano se barbarizó el Helenismo perduró en la parte Oriental, sobreviviendo en el Imperio Bizantino y más adelante en el Islam, que adoptó numerosas tradiciones culturales y administrativas del helenismo.

Griegos, persas, macedonios, romanos, partos, musulmanes, cristianos… todo nuestro ser proviene de Oriente, las Guerras Médicas no fueron un duelo a muerte entre dos formas de ver el mundo, libertad contra tiranía, democracia contra despotismo o la razón contra la superstición y si bien es verdad que la historia de Europa habría sido muy diferente si el Imperio Persa se hubiese impuesto a los griegos en las Guerras Médicas estos conflictos no supusieron ese gran choque de trenes entre bloques opuestos, sino que supusieron una fusión cultural de repercusiones increíbles, primero con los contactos de ambas culturas en las Guerras Médicas y después con su fusión en tiempos de Alejandro Magno. Todo nuestro ser viene de Oriente. Egipto, Grecia, los fenicios, Cartago, el Imperio Romano, el Imperio Bizantino, el Cristianismo, el Islam, el Judaísmo… no se trata de Occidente contra Oriente, de Democracia contra Dictadura, de Cristianismo contra Islam, el ser humano es una animal social que piensa y siente pero que olvida de donde viene, ser de aquí o ser de allá, ser europeo o ser árabe, somos el resultado de un niño que se convirtió en rey y de rey en amo del mundo, el sueño de aquel Alejandro al que llaman el Grande que hoy lloraría al ver su sueño hecho pedazos, de ver a los pueblos que una vez quiso unir enfrentados otra vez, porque de una forma u otra todo lo que somos, viene de Oriente.

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